Aproximadamente a 45 minutos al oeste de la muy blanca y leal ciudad de Mérida se encuentra un pequeño poblado que guarda cientos de años de historia entre sus calles: Izamal.
Portones con encanto |
Formalmente tras el café el día daba inicio y caminamos sobre la 31 con el Parque Itzamná a la derecha y el Convento a la izquierda. Decidimos subir al convento para admirarlo, recorrer su patio, su corredor con arcos antes de visitar la Iglesia. El atrio es imponente y basta con las imágenes que a continuación comparto. El interior de la Iglesia es muy similar a todas las del sureste muy sobria en su decoración y con muros muy gruesos, refugio ideal ante el calor.En el atrio del Convento hay una estatua de Juan Pablo II quien visitó Izamal en uno de sus viajes a México y al interior del camarín de la virgen está la silla tallada en madera en donde el estuvo sentado.
Tras recorrer, fotografiar y disfrutar del Convento bajamos pero ahora por la entrada principal que da al Parque 5 de Mayo o Parque Principal. Como era sábado en el parque había puestos con artesanías de la región (hipiles, bordados, hamacas, guayaberas, etc) Obviamente no me resistí a los precios y me compre 2 guayaberas clásicas de manga corta 4 bolsas (como las que usaba mi abuelo José) Valga decir que de muy buena calidad y precios que no encuentra uno en Mérida porque el vendedor nos comentó que en un pueblo a 10 minutos llamado Kimbilá está la fábrica.
En una de las esquinas de la Plaza está un Hotel muy bonito, San Miguel Arcángel, que promete ser la sede de aventuras de la próxima escapada de un fin de semana. La fachada es de principios de siglo XX y a su lazo izquierdo una tienda de artesanías llamada Hecho a Mano con una muy buena y fina selección de piezas de distintos sitios del país. Luego caminamos por los arcos del Palacio Municipal, tomamos fotos y nos dirigimos al otro extremo de la plaza para entrar al Centro Cultural y Artesanal Izamal. Este Centro cuenta con un Museo de Arte Popular, un café y una tienda de artesanías, llamada Taller Maya, con artesanías de la península como hamacas, ropa y servilletas bordadas, artículos fabricados con henequén o fibra de jipi. El museo y la tienda son de Fomento Cultural Banamex y si son amantes del arte popular mexicano es obligada esta parada. Al interior del museo hay barro canelo y bruñido de Tlaquepaque, piñas vidriadas de Michoacán, bordados de Campeche, Yucatán y Veracruz, árboles de la vida de Metepec, rebozos de Tenancingo y Anganhuan, hipiles chiapanecos, oaxaqueños y yucatecos, y un largo etcétera.
Tras visitar el museo y la tienda nos regalaron un mapa con toda la información del pueblo, historia, lugares de interés, compra de arte popular y sitios para comer. En el mismo lugar rentamos unas bicicletas y entonces sí nos fuimos a recorrer el pueblo de extremo a extremo con el propósito de conocer a artesanos que viven en ese lugar. Nuestro recorrido en bicicleta duró 2 horas y fue suficiente para recorrer todo el pueblo y conocer a los artesanos que habitan el pueblo.
La visita más emblemática fue la que le hicimos a Maria Ligia Canché Pech, artesana yucateca que se especializa en el bordado a máquina de blusas, hipiles, servilletas y diversas prendas desde modelos tradicionales a diseños más modernos. Nos recibió con una sonrisa y una plática muy amena sobre su pasión por el trabajo. Nos comentó que aunque sus hijos le piden que ya deje de trabajar ella no puede dejar sin sustento a las trabajadoras de su taller además de que ama estar en la máquina de coser. Maria estará rondando los 70 años, menudita, risueña y sobre todo es una mujer muy trabajadora. Nos mostró su trabajo, nos platicó su historia y hasta anécdotas de cuando Juan Gabriel la fue a visitar a su taller (una foto enmarcada en lo alto de su pared daba fe de esa visita.
El calor y el ejercicio fueron pretexto para ir a comer. Izamal no es la excepción y fuimos a comer a un lugar delicioso llamado Kinich. Sopa de lima, panuchos de cochinita pibil y relleno negro y queso relleno acompañados de cerveza artesanal Ceiba dorada y de postre flan napolitano. Sobra decir que si visitan Izamal es obligado venir a comer a este lugar. El servicio es bueno, el ambiente acogedor y la comida exquisita como todos los manjares del sureste. No me voy a extender sobre este punto ya que habrá una publicación sobre la gastronomía pero para mi gusto la gastronomía del sureste (Campeche y Yucatán) sí es cosa de los dioses.
Izamal es también llamada la ciudad de las 3 culturas y ello es porque conviven restos de las épocas prehispánicas, coloniales y contemporáneas. Si el Convento de San Antonio es el vestigio de la época colonial, hay en Izamal algunas pirámides de la época anterior a los españoles. Solamente visitamos los restos de una pero con ella bastaba. La pirámide de Knich-Kakmó es enorme y su base es solamente menor a las del Sol en Teotihuacán y la de Cholula en Puebla. De altura mide 35 metros y desde su cúspide se domina todo el pueblo. Con esa vista y echando a volar la imaginación no es difícil pensar lo importante que era el pueblo desde antes de la llegada de los españoles y porqué se eligió ese lugar para tan majestuoso convento. Con esa sensación de inmensidad y alegría descendimos la pirámide y dimos una caminata por el pueblo para tomar fotografías de sus fachadas, portales y ventanas con la promesa de volver en un futuro cercano.Para reposar la comida dimos una caminata por el pueblo para tomar fotografías de sus fachadas, portales y ventanas con la promesa de volver en un futuro cercano.
La visita más emblemática fue la que le hicimos a Maria Ligia Canché Pech, artesana yucateca que se especializa en el bordado a máquina de blusas, hipiles, servilletas y diversas prendas desde modelos tradicionales a diseños más modernos. Nos recibió con una sonrisa y una plática muy amena sobre su pasión por el trabajo. Nos comentó que aunque sus hijos le piden que ya deje de trabajar ella no puede dejar sin sustento a las trabajadoras de su taller además de que ama estar en la máquina de coser. Maria estará rondando los 70 años, menudita, risueña y sobre todo es una mujer muy trabajadora. Nos mostró su trabajo, nos platicó su historia y hasta anécdotas de cuando Juan Gabriel la fue a visitar a su taller (una foto enmarcada en lo alto de su pared daba fe de esa visita.
El calor y el ejercicio fueron pretexto para ir a comer. Izamal no es la excepción y fuimos a comer a un lugar delicioso llamado Kinich. Sopa de lima, panuchos de cochinita pibil y relleno negro y queso relleno acompañados de cerveza artesanal Ceiba dorada y de postre flan napolitano. Sobra decir que si visitan Izamal es obligado venir a comer a este lugar. El servicio es bueno, el ambiente acogedor y la comida exquisita como todos los manjares del sureste. No me voy a extender sobre este punto ya que habrá una publicación sobre la gastronomía pero para mi gusto la gastronomía del sureste (Campeche y Yucatán) sí es cosa de los dioses.
Izamal es también llamada la ciudad de las 3 culturas y ello es porque conviven restos de las épocas prehispánicas, coloniales y contemporáneas. Si el Convento de San Antonio es el vestigio de la época colonial, hay en Izamal algunas pirámides de la época anterior a los españoles. Solamente visitamos los restos de una pero con ella bastaba. La pirámide de Knich-Kakmó es enorme y su base es solamente menor a las del Sol en Teotihuacán y la de Cholula en Puebla. De altura mide 35 metros y desde su cúspide se domina todo el pueblo. Con esa vista y echando a volar la imaginación no es difícil pensar lo importante que era el pueblo desde antes de la llegada de los españoles y porqué se eligió ese lugar para tan majestuoso convento. Con esa sensación de inmensidad y alegría descendimos la pirámide y dimos una caminata por el pueblo para tomar fotografías de sus fachadas, portales y ventanas con la promesa de volver en un futuro cercano.Para reposar la comida dimos una caminata por el pueblo para tomar fotografías de sus fachadas, portales y ventanas con la promesa de volver en un futuro cercano.
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